lunes

La tiranía de los diez primeros


The Coaching Game

En su artículo sobre las listas con los diez primeros, Nick Bilton muestra que se vuelve cada vez más dominante, ya se trate de nuestra búsqueda en amazon de un libro o de la búsqueda en Google. 


Aparecer en ese listado privilegiado supone formar parte de la probable elección del cliente o usuario. El resto, parece haber desaparecido de la mente del comprador.


La Web está repleta de manuales donde se nos explica cómo adquirir (se paga por ellas) palabras clave que promocionen nuestro anuncio, nuestra página o nuestro producto. Y muchos de los cursos que se nos ofrecen en esta materia son de los más demandados. 


Llegar al público es cada vez más difícil sin una estrategia de marketing.Incluso entre los profesionales menos propensos a emplear el marketing, las buenas prácticas en este sentido se van generalizando. 


Así, el Colegio de Psicólogos de Madrid (yo soy psicólogo colegiado y trabajo en ámbitos de empresa y de ONG's, cuando me contratan -y como voluntario cuando no desean hacerlo) ha llegado a un acuerdo con una empresa de marketing para que sus colegiados contratemos en condiciones favorables (seiscientos euros al año parece una cantidad menor, según esas condiciones) servicios de este tipo.


En el ámbito del Tercer Sector se está imponiendo la necesidad de contar con un Gestor de redes sociales (Community Manager) para evitar que la página de Facebook esté vacía de contenido y para que se encargue de comunicar en Twitter cómo desayunan y se lavan y descansan los cooperantes destinados en cualquiera de los campamentos de la región de Dolo Ado.


En el ámbito de la escritura, cada escritor autopublicado tiene la obligación de liberar contenido en Wattpad, subir material a amazon a un precio inferior al euro (0,99 es una cifra que sigue teniendo fuerza entre los técnicos del marketing), hacer un vídeo corto (la regla de los dos minutos como máximo y lso cuatro para un currículo parece universal) sobre su obra y, sobre todo, pedir que le voten, le comenten, le nombre todos los posibles usuarios. Seguidores, amigos, hermanos, camaradas, tuiteros; la obligación de tener un ejército de seguidores crece a marchas agigantadas.


Como resultado, las ventas se concentran en esos diez primeros resultados de las listas y los clientes demandan cada vez más de esos diez, ignorando a todos los demás (una exageración, disculpen el exceso) y, como en el caso de George R.R: Martin, llevándoles a la necesidad de contar con un asistente que les ayude a gestionar su contacto virtual con el gran público.
En el caso de este último escritor, un artículo de The New Yorker cuenta algunas extraordinarias anécdotas, algunas de las cuales recojo aquí:


- Uno de sus seguidores mantiene un foro en el que le crítica por su "pereza" a la hora de liberar nuevas entregas de su serie de libros.


- Algunos de sus seguidores se han dedicado a señalarle sus errores de racor, como que cambió el sexo de un importante caballo, pasando de semental a yegua, de uno a otro libro; también le han hecho notar que los ojos verdes de una protagonista eran azules en la siguiente escena. (Si supieran la cantidad de errores que contiene El Quijote en este sentido).


- Los guionistas le consultan a su asistente, que es uno de los mayores expertos en los mundos que ha construido (hasta mils personajes aparecen en algún que otro momento, siquiera mencionados).


- Existen dos o tres sitios oficiales sobre sus obras y Martin dedica una buena cantidad de su tiempo a leer muchas de las entradas que le dejan (algunas dedicadas a las condiciones tan especiales en que el escritor tiene que encontrarse para escribir alguna página nueva).


Como mencionaba la actriz Knightley en una película (London Boulevard, creo recordar) los famosos son los nuevos dioses del Olimpo y los humanos necesitan saber a quién se tiran, cómo trabajan, qué neurosis mantienen o qué jabon utilizan.
Alimentar ese fuego debe ser agotador, máxime si la estrella adolece de una enfermiza necesidad de halago.


En el caso de la literatura, muchos escritores han apostado por la necesidad de mantenerse en el anonimato y que sea la obra la que hable. Así, escritores como Pynchon y Salinger lo han llevado hasta las últimas consecuencias. 


No es el caso, evidentemente, de Tao Lin, quien obtuvo financiación para su última novela (esa obra que utiliza el nombre de Richard Yates en el título para evitar pasar desapercibida) a través de Ebay.


Considerando que se editan unos ochenta mil libros en España y que una buena parte de ellos son de ficción, la mayoría de los escritores tenemos que considerar la oportunidad de desgastarnos en la comunicación con los lectores. 


Al fin y al cabo, sólo los diez primeros se veran en la obligación de contratar un asistente para poder dedicarse a lo que cada vez harán peor y más tarde: escribir, si hacemos casos de las críticas que recibe el autor de Juego de Tronos.


Volviendo al caso de los superventas, la comunicación con sus seguidores se ha convertido en algo imprescindible que puede evolucionar en el futuro inmediato hacia la escritura colectiva, como forma de mantener la calidad y el ritmo imprescindibles en las entregas. El ejemplo de Tiempo de héroes es una buena pista para escritores con ganas de hacer cosas en contacto con el público, compartiendo el esfuerzo con otros colegas y, ¿por qué no?, las ganancias, caso de que se produzcan.


Si en el deporte se menciona que el segundo no pasa a la memoria de los seguidores, salvo que destaque en otros aspectos. Sí, todos sabemos cuál es el libro más vendido de la historia, La Biblia, pero, ¿el segundo? ¿Y los diez primeros?

1 comentario:

SIMPATIA LABORAL dijo...

Cuenta George R. R. Martin que le preguntaron por uno de los idiomas inventados en su obra, para crear un diccionario. Sólo había inventado siete palabras. El diccionario, sin embargo, está en marcha. La creatividad colectiva.