domingo

El juego y la coedición


Como es frecuente entre quienes lo intentamos, alguna que otra persona ha vuelto a caer en las promesas que le ha lanzado una editorial de coedición (esas en las que tú pagas y ellos te envían una saca de ejemplares con la esperanza de que seas capaz de venderle varios de ellos entre tu mermado círculo de amistades).
Hace unos días consultaba una de estas plumas sobre el nombre y solvencia de una editorial que había aceptado su texto. Le contestaron que buscara en Internet y confirmara que se trata de una editorial de coedición.


En el libro de Camelien Roy (2007. El arte de rechazar una novela. Bruguera. Colección Narrativa. Traducción de Ana María Becciu).recoge un buen puñado de cartas de editoriales a escritores. Espero que sean inventadas, porque algunas son verdaderamente crueles. Otras, por el contrario, compensan ese acíbar con algo parecido a algodón dulce. Especialmente una de ellas, en la que se lanzan vítores por la calidad del manuscrito, si bien se advierta, al final, que el autor ha enviado el documento a una respetable familia de ferreteros, que nada tiene que ver con el mundo editorial y que se ofrece a continuar leyendo los manuscritos de tan ilustrada pluma, que tanto les han hecho disfrutar en los breves descansos que pueden tomarse entre el cálculo de los inventarios de tornillos y el despacho de clavos.


Recojo algunas notas extraídas del texto de Camelien, porque seguiremos picando, aunque nos lo adviertan constantemente. Como los jugadores empedernidos, nos gusta tirar por la borda lo poco de que disponemos; jugamos más a medida que perdemos más, porque la excitación de la derrota es notoriamente superior a la efímera felicidad de la victoria. 


El dolor, el fracaso, la enemistad, son las verdaderas emociones del escritor. Incluso cabe la interpretación de que esas negativas, unidas a la posibilidad de ser redimido de alguna forma, aún a fuer de ser engañado, sean el equivalente a la firma de un pagaré que realiza el jugador de póker antes de ser ejecutado en la mesa. La última dosis, de la que tan pocos escritores se libran. Quizás tengamos que releer a Cioran en lugar de a Stephen King.


Los textos en cursiva pertenecen al libro de Camelien. En él recoge más de ochenta respuestas editoriales a la recepción de un manuscrito.




Prólogo 


Usted acaba de poner punto final a su manuscrito. Durante unos segundos se queda mirando, arrobado y satisfecho, la última línea de su primera novela. [...] Exaltado por la euforia que le produce la tarea cumplida, se deja aturdir por la embriaguez del creador que admira el resultado de su dura labor.
[...] Aférrese a este momento divino y saboree esos momentos de plenitud. Porque no tardará en saber que esta felicidad es más efímera que la vida de uan mosquita cancerosa.


Carta de respuesta de una editorial


(estilo deshonesto)


Muy estimado señor mío:


He leído, aunque no completamente, su manuscrito.No me cabe la menor duda de que usted tiene mucho talento y que su novela es magnífica. De hecho, publicaremos su manuscrito en cuanto nos haya hecho llegar un módico anticipo que servirá para cubrir los gastos usuales (corrección, diseño gráfico, etc.). Con una suma fijada a su discrección será suficiente. Dicho esto, cuanto más generosa sea esta suma, más rápido se publicará su libro. Sé que esta práctica no es corriente, pero no tema, le reembolsaremos la totalidad de su inversión en muy breve tiempo. Como usted comprenderá, la publicación de un libro es una empresa costosa, y como somos una editorial pequeña nuestros medios son más bien modestos. Le ruego que, por razones fiscales, de ser posible tenga la amabilidad de entregarme esta suma de dinero en efectivo; con ello me ahorrará muchos problemas. Le doy las gracias por anticipado. Atentamente.  

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