viernes

De la inspiración

Edward Hopper. Night hawks. 1942
Mientras escribía el relato Bares qué lugares, incluido en el volumen De donde las mujeres, me vino a la cabeza la imagen del famoso bar de Edward Hopper. Y la aproveché para iniciarlo. 

Tuve otros bares en mente, mezclando veladores, servicio de camareros, estructura del local. 

Luego me olvidé de la imagen, para recubrirla de otras más personales: una vieja cafetería de la calle Arenal, que no existe hoy; un bar de carretera que tiene el encanto de ignorar el tiempo; cierta modernidad de sillones rojos y butacones que exhibe Concerto, en Alicante, a media tarde, antes de que lleguen sus aves noctámbulas. 

Un collage de lugares, que, en mi opinión, tiene un papel relevante en la narración.

Quiero recordar que había columnas, repintadas, similares a las del Café Gijón; que las mesas eran amplias, abiertas por los laterales, indiscretas; la luz proviene de una mezcla de tubos fluorescentes y bombillas de color melocotón y huele a croassants a la plancha y a mantequilla caliente.

Y sin embargo, no puedo reconocer a mis personajes; se han fundido en el marco, apenas dispongo de sus vestigios en la memoria. La mujer, caso de existir, estaría conformada por diversas mujeres que apenas he conocido.

La impresión que me queda de este cuento es que el marco y el ambiente absorbieron a los personajes, que bien podían ser sustituidos por unos modelos de cartón, protagonistas de un comic sin texto, viñetas expresivas pero mudas.

Curiosamente, ninguno de los cuatro tiene nombre, lo que influye en esa percepción, en la distancia que siento respecto de ellos. Se han difuminado. Como la tarde de ayer.

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