miércoles

¿Están amañados los premios?

El escritor y poeta Alberto Ibarrola hace una consulta en un foro, donde nos pregunta si el camino para triunfar en la literatura pasa por la participación en concursos literarios, y si estos nos inspiran confianza.


En mi opinión, hay premios para escritores y premios para noveles. En el primer caso sirven para reconocer la labor de alguien o para que el ganador dé un salto y cambie de liga.


Sobre los premios en general, contesté lo siguiente:
Para mi el Planeta es un reconocimiento, similar al Nobel, salvo por el hecho de que se encarga una novela como presentación y para darle vida al conjunto de la obra.

En la actualidad se difunden noticias sobre miles de premios literarios. Todos no pueden estar amañados.

Por otra parte, es tal la distancia entre los profesionales y los aficionados, normalmente, que salvo en el caso de talentos naturales, salir de la nada escribiendo a ratitos se me figura tarea para Sísifo. Equivalente a correr la San Silvestre, que no se prepara en fin de semana.

En mi opinión, las obras de los aficionados, como yo, muestran todas las cuadernas del barco; nos falta temple y se impone la necesidad de comunicar el mundo que uno conoce. Escribimos, pero no hacemos literatura. No sabemos.

La escritura es un oficio y como tal, dominarlo es muy esforzado. Cuando lees una obra ganadora, casi siempre huele a tinta y sudor, impacta en el hipotálamo desde las primeras páginas y mantiene el listón altísimo, página tras página. Basta con echarle un vistazo a Los Herralde, por ejemplo. A los relatos cortos de la Hucha de Oro.

No hay muchos aficionados en esas alturas porque, además, hay poco aire que respirar.

Hace un par de meses, una escritora y crítica literaria, ganadora del Café Gijón hace algunos años, nos preguntaba sobre la oportunidad de difundir su segunda novela en el blog que había inaugurado. Una vez que determinó que ese era un buen camino (que yo no comparto en el caso de alguien que ha logrado un galardón de ¡30.000 euros!), su preocupación se centraba en cómo proteger la obra difundida.

Como alguien mencionaba en su momento sobre la publicación en amazon, si te leen en un rincón del globo y te copian, no puedes impedirlo. Hay muchos libros que se parecen a otros. Si lo haces en un blog, tratar de impedirlo puede convertirse en un esfuerzo baldío.

Hace dos años, aproximadamente, una joven alemana, Helene Hegemann, se dio a conocer con una obra sobre la vida noctámbula de los jóvenes berlineses. Poco después se descubrió que sus conocimientos de la noche, provenían de la lectura de un blog propiedad de un compatriota, que, a diferencia de ella (menor de edad) conocía de primera mano aquello sobre lo que escribía. La denuncia se resolvió cuando la escritora aludió a la intertextualidad (como hizo Lucía Echevarría en su momento) y el joven plagiado publicó su propia novela, basada en el blog, de la que obtuvo jugosas regalías. Un caso de simbiosis literaria. 

Entonces, me preguntará quien pase por aquí, ¿me presento a los premios o no? Preséntese. Si no gana, al menos habrá escrito una pieza completa. Ya tendrá tiempo de decidir lo que hacer con ella en el futuro. Y si gana, abra un blog para difundir su segunda obra, según opinan los entendidos. Dicen que está la cosa muy mal, con libros a menos de dos euros, por Internet, y a menos de 9 euros en papel. ¡A por el premio!




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