lunes

Crítica y mordedores


MORDEDOR
Leí tu texto Gustavo. Estás tan sonriente en la foto que me dan ganas de no comentar nada. Hago un esfuerzo y ahí voy. Cuando terminé de leerlo, después de haberme presentado en dos oportunidades en ese concurso y de no haber figurado ni entre los 25 premiados, hice alguna investigación al respecto en cuanto a la calidad de mi relato entre personas de muy buen nivel literario y encontré una respuesta insospechada en una profesora del tema después de felicitarme por el material que le envié, pero, la respuesta contundente que me dio, fue terminante. "Esto no es un cuento" y en un concurso lo más probable es que lo descalifiquen sin saber de que se trata. Después de leer el tuyo tuve la misma sensación sin tomar en cuenta que todo el contenido es despreciable bajo mis normas, lo que no es muy importante pero explica porque no me gustó nada. Cuando solía comer en un restaurante de lujo alguien pedía "Revuelto Gramajo", todavía no logré entender de que está hecho pero ya de por sí con ese nombre no me cae bien.
El texto, me parece escrito por un periodista que hace unos cuantos días que no comenta ninguna noticia, al punto que las puso todas en el mismo relato, faltaba el fútbol y la iglesia y ya tenía un buen Revuelto Gramajo servido en su mesa. Soy un poco malo para hacer comentarios y no me lleva hacerlo ninguna intención mala. No defiendo mi comentario, simplemente lo digo para no desmerecer a la persona que no conozco. Te mando un abrazo con todo mi afecto y te deseo mucha suerte. Paul



RESPUESTA



ENFADO

Bueno. Aunque no me gustan los ajos, a veces he tenido la oportunidad de comerme alguno, ya sabes, de esos recocidos y sin embargo todavía gordos; envueltos en vianda, legumbre y algo de verde. Cuando estás a punto de deshacerte de la miasma, surge el camarero, sonriente, y te ofrece otra copa de vino. Asientes con la cabeza y, apenas escanciado, lo bebes con fruición. Para deglutir. Eso.
Aprovecho para agradecerte la malvada lectura, que no nos sobra tiempo a ninguno; mejor un mal lector que ninguno, que decía el primo de Borges.


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